Mijail Bakunin, en el siglo XIX creo el concepto de “lumpen
proletariat”, el individuo de clase baja, iletrado, fanático y maleable, que
los teóricos marxistas definían como “materia prima” de la revolución. El “hombre
masa” utilizado por los “políticos iluminados” para llegar al poder, para luego
ser descartados. En la definición de un argentino un poco atorrante un FORRO.
El kirchnerismo usó y abusó de este concepto, creando
semilleros de pobres en distintos lugares de nuestra Patria, utilizando a
nuestras clases más desfavorecidas e incluso importando muchos de países limítrofes
“nuestros hermanos latinoamericanos”.
Con esta materia prima humana creó bolsones iletrados de pobreza
cuya misión fue colocar y mantener en el poder a los políticos kirchneristas.
Las condiciones para que este “pueblo” pueda cumplir su misión
fueron:
Fanatismo: debían ser seguidores
incondicionales de un líder y luego de una líder, independientemente de las
pruebas irrefutables de corrupción que demuestren. No importa “roban, pero
reparten”.
Escaso nivel cultural: La
cultura lleva a pensar y el lumpen no debe pensar, debe repetir “slogans” como
ser “aguante cristina”, “aparición con vida de Santiago Maldonado”, “fueron
30000”, etc.
Total dependencia del estado: Mejor
dicho, del gobierno kirchnerista, estrategia construida durante más de dos
décadas mediante la distribución discrecional de dádivas a los lumpenes, unida
a una propaganda permanente alegando una “justicia social”, pidiendo a cambio “militancia”.
“Lo que a vos te falta es porque lo tiene aquel”, generando envidia,
resentimiento y lo que es peor el convencimiento entre los lumpenes que no vale
la pena buscar el progreso mediante el esfuerzo, que la culpa de todo la tiene
la injusticia social que lo estancó en la pobreza.
Esto trajo como consecuencia que al menos una generación
(tal vez dos) se hayan convertido en parásitos sociales, que están convencidos
que necesitan un estado que los mantenga con los impuestos extraídos de los que
trabajan.
Según estimaciones estamos hablando que estos lumpenes son aproximadamente
un 25 % de la población, cuyas edades oscilan entre los 20 y 50 años, es decir
plena edad económicamente activa, pero que por razones de falta de formación, motivación
y ganas NO SIRVEN PARA NADA.
El plan económico del gobierno de Milei (al cuál yo voté y
fiscalicé) está centrado en sanear la economía, eliminando la inflación,
atacando la corrupción, terminando con los privilegios (empresariales,
culturales, sindicales y políticos), para así crear las condiciones que
favorezcan la inserción de la Argentina en la economía occidental, atraer
inversiones y de esta manera crear fuentes de trabajo que impulsen el
desarrollo.
En este momento estamos en la mitad del río, el gobierno ha
demostrado un empuje y coraje que ha desorientado a la oposición kirchnerista,
yo en lo personal creo que llegaremos a la otra orilla, como expresara en mi
artículo anterior de este blog “Una sana dosis de locura”, pero tenemos que
estar preparados a que, en el mejor de los casos, tengamos que seguir lidiando
con una cuarta parte de la población improductiva que habrá que seguir
manteniendo con nuestros impuestos, si no queremos terminar en una guerra
civil.
En la década del 80 del pasado siglo yo me desempeñaba como
ejecutivo de una importante empresa internacional. En esa época uno de los “gurúes”
empresariales era Peter Drucker y mis jefes me habían enviado a una de sus
conferencias dada en el hotel Sheraton. En ella dijo una frase que me impactó:
Ustedes en Argentina tienen la llamada “mano de
obra barata” y a eso lo consideran una ventaja, un activo para las inversiones,
pero en un futuro no muy lejano la tecnología hará que eso sea una carga, un
pasivo, dado por la población no capacitada que tendrán que mantener para
conservar la paz social.
Si no hubiera existido el kirchnerismo igual tendríamos que
lidiar con la población económicamente activa a la que la tecnología deja fuera
del mercado laboral. Si a eso le agregamos que dos décadas de populismo crearon
una masa del 25 % que incluso no sirve para nada, estamos en un problema al que
en mi modesta opinión la “mano invisible del mercado” no le podrá dar solución.
No olvidemos que cuatro años pasan pronto y si la situación
no cambia esa gente, esa masa de “lumpens proletariat”, no votaran a la LLA y
lo más probable es que vuelva el populismo en alguna de sus formas.
Por lo antedicho es fundamental la tarea del Ministerio de
Capital Humano que en cuatro años deberá:
Expulsar a sus países de origen a los extranjeros que viven
de la asistencia estatal.
Capacitar a los ciudadanos argentinos que hoy viven de
planes sociales para que puedan ser absorbidos por el mercado laboral.
Cambiar la cultura del asistencialismo estatal por la del
mérito y el esfuerzo.
No será fácil, pero lo importante es ser conscientes del
problema, es el primer paso para buscar una solución.
Jorge Melchor Greco
El Foyel, 7 de abril de 2024